miércoles, 1 de noviembre de 2023

Una noche en Paracas...

 

Tan solo buscaba un sitio para pasar la noche, la jornada había incluido pedal a borde de costa desde Pisco hasta Paracas por la antigua vía Panamericana, el viento en contra y el sol ardiente habían sido los antagonistas del recorrido.

 


Al arribar a la ciudad objetivo me sorprendieron las imágenes y estatuas que homenajeaban la fauna local… Pelicanos, diversas gaviotas, pingüinos, leones marinos y demás, se erigían a lo largo de las alamedas atestadas de turistas.

 

Continua la búsqueda y me tropiezo con un lugar candidato a convertirse en campamento temporal, esta a pocos metros de la playa y limita con la Reserva Nacional de Flamencos, es mas que perfecto, hermoso.

 

La leña esta lista, la carpa armada, me siento hipnotizado por el relajante sonido producto del “Vaivén” de las olas; todo es mágico, de repente vuelvo a la realidad, algo no encaja… ¿Qué es ese ruido? Parece ser el lamento de un animal, bueno nunca había escuchado ese raro sonido, lo especial era que cada emisión tenia cierta variación, la curiosidad fue mas fuerte que la prudencia y apresuradamente me dirigí hacia el origen de aquel extraño ruido que hacia eco en mis oídos y ya retumbaba en mi cabeza.

 

¡Oh sorpresa! No era una foca, un pingüino enfermo o un monstruo marino encallado en la orilla del mar, tampoco una exótica especie raramente vista… era un viejo perro al parecer guardián de alguna de las casas playeras, lucia orgulloso su rostro con algunas cicatrices de valentía, mi presencia no fue motivo para que cesaran sus particulares ladridos.

 

¿Qué le sucede amigo perro? ¿Se encuentra bien? Le pregunte mientras incansablemente ladraba al mar, era evidente su esfuerzo, no solo por lograr un intenso ladrido sino también por hacerlo diferente al anterior. – Tengo mal de amores – el can me respondió y continuo – si tiempo usted tiene, mi historia le puedo narrar. Olvide mis pertenencias, tome asiento en un tronco descompuesto y  me dispuse a escuchar atento mientras compartimos un café.

 

                        Guardián siempre de mi hogar

                        esa noche no era la excepción

atento a cualquier intromisión

de aquellos que quieren hacer el mal.

 

De la playa vino un raro sonido

esto jamás lo había escuchado

es encantador, me siento deslumbrado

así como tú, me sentí muy atraído.

 

Nunca vi tanta belleza en la arena

imponente ella se contoneaba

mientras caminaba también aullaba

mi corazón palpita por esa morena.

 

Sí escucharla me cautivo,

verla un regalo divino fue

mis palabras se ahogan esta vez

solo puedo decir que me enamoro.

 

Invisible a sus ojos fui

mi presencia ella ignoro

en la oscuridad ella se perdió

fue la última vez que la vi.

 

En las noches grito, aúllo y canto

anhelo verla emerger entre las olas

recitare mi amor, regalare caracolas

sí me rechaza tampoco es para tanto.

 

Y esa es mi historia querido amigo

sigue tu viaje que yo sigo el mío

ve y descansa que el fuego se apaga

no tengas miedo que yo te cuido.

 

Dormí sin saber a que hora me acosté, desperté sin saber si fue fantasía o realidad, encontrar un perro poeta y enamorado, Dios bendiga el cicloturismo que bonita experiencia me has dado. 

 

 

 

 

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